¿Alguien como yo? - El original

Sentado aquí pensando en ti, sin donde ir y sin dormir, buscando alguien como yo, no quiero sufrir. Lejos de casa, lejos de acá, lejos de todo, nada va a cambiar. Pegó el bajón y esto no da para más, es hora de partir. Todo el tiempo estoy así, pasan los días y sigo así, todo el tiempo estoy buscando alguien como yo, alguien como yo, alguien como yo.

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martes, mayo 10, 2005

Un brebaje verde llamado "mate"

No quiero caer en lugares comunes. No diré "el mate es un ritual", ni diré que su magia reside en compartir. Ya sé que no todos toman mate.

Sin embargo, cuando quiero decirle a Ger - que no toma - que nos juntemos a la tarde, a hablar de todo-eso-que-no-pudimos-hablar, le digo "Nos tomamos unos mates", y él entiende todo. Incluso, y esto sí me parece muy gracioso, él me invita a tomar mate!

En una ronda de mate he escuchado (y efectuado, a mi vez) las revelaciones más increíbles:

"Me parece que me enamoré"

"Estoy embarazada"

"Dejé la Facultad"

"Fulano se peleó con Mengana... después de 6 años!!"

"La extraño"

Y una interminable serie de declaraciones de igual tenor.

La rareza de las conversaciones enmarcadas en yerba está dada principalmente porque la ronda marca el ritmo de la conversación y una oportuna obligación de chupar (EL MATEEE!!) nos ahorra el mal momento de una interjección desubicada. Así, suceden cosas como
ésta:

A: - No sabés lo que me enteré!! Mi prima Rosita está embarazada!! No lo podía creer... ella, siempre tan inocente. Ese tipo es un degenerado.

B: - (Chupa el mate, para no decir: VAAAAAMOSSSS!! Si es más rápida que Di Palma!)

El que ceba dirige la batuta. Un estratégico desvío en la ronda evitará que quien está contando el chimento más jugoso, o revelando su alma a los contertulios/as, calle o interrumpa el soliloquio.

No obstante, los fumadores podemos interferir con la tarea del cebador... hacemos nuestras propias pausas para encender un pucho.

Pensemos en las noticias importantes de nuestras vidas, en las decisiones que hemos tomado en concilio y en los problemas que hemos resuelto - o al menos exorcizado - pava de por medio. O, a la inversa, tratemos de identificar cuáles de éstas cosas pasaron en un contexto que no incluya la mateada. Pocas, no?

Recuerdo ahora dos momentos: uno muy feliz y uno muy triste. Y me hacen pensar que sólo algo tan peculiar como la ingesta de ese "brebaje verde llamado mate" - como le dice mi Mamá - puede actuar como hilo conductor entre ellos (Nadie toma champagne en un velatorio!!! Bah, salvo que el occiso no nos cayera muy bien... pero igual, es falta de respeto!).

El mate acompaña, reconforta, tranquiliza y consuela, no por sí solo, sino porque generalmente lo tomamos con esa gente especial que nos banca en todas. Con amigos, con la familia, con esa persona a la que le hemos echado el ojo, con marid@s/novi@s, cuando tenemos la billetera rebosante y cuando no tenemos ni una moneda de 1 austral, en la playa en verano y al lado de la hornalla encendida en invierno, la noche antes del parcial y a la vuelta del boliche... siempre terminamos sucumbiendo a los encantos de la bombilla destartalada que, juramos, vamos a reemplazar.

No importa - a esta altura del post - qué me impulsó a escribir esto... eso es "harina de otro post". Lo importante es compartir, escuchar, explicar, conversar y a veces (con cuidado de no tirar todo y quemarnos en el proceso!!) abrazar al que lo necesite. Aunque no le toque todavía
el turno, aunque nos haya dado uno frío, aunque nunca en su vida haya puesto la pava.

1 Comments:

Blogger Ger said...

Quería dejar constancia de que cuando invito a tomar mate, nunca aclaro de cuál bombilla. Ya que somos como hermanos, para vos siempre es la de metal. Digo, por las dudas.
Aguante el Nesquik. Y el te con leche. Mate malo. Buen perro. Buen post. Adiós.

11:41 a. m.  

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