Sólo una cuestión de actitud
La pelea empieza con el diagnóstico e implica un enorme sufrimiento emocional y físico. Yo tuve la desgracia de conocer los efectos del cáncer de mama hace dos años, cuando se lo diagnosticaron a mi vieja. La realidad es muy distinta de los comerciales con logos de cintas rosas y explicaciones de cómo se hace el autotest mamario, porque detrás de cada cáncer de mama hay una mamá con cáncer.
Y saber que tu mamá tiene cáncer no es nada fácil de sobrellevar, es pasar 4 horas llorando frente al ascensor que viene del quirófano, es escuchar que le sacaron un pecho, es verla perder el pelo, verla sufrir cada vez que le ponen la guía para la quimio porque las venas están resecas, es saber que por más apoyo que uno quiera darle, a fin de cuentas la que tiene que poner el cuerpo para que corten, pinchen, inyecten, saquen y pongan es tu vieja. Esa misma que te enseñó a cantar "Qué linda manito...", la que te hacía la leche, la que te abrazó cuando te despertaste de una pesadilla, la que te defiende, la que te dice que todo va a salir bien de manera tal que no te queda otra más que creerle, esa mujer que hizo tu vida imposible de tanto quererte, hoy se juega la de ella... y vos no podés hacer otra cosa más que mirarla pelear y darle aliento. Es una verdadera mierda.
Sin embargo, cuando pasan la operación y la quimio, opera una suerte de renacimiento que es maravilloso. Mi mamá es una mujer extremadamente especial, que se tomó con humor, esperanza y decisión tanto su enfermedad como el tratamiento y hoy le toca reponer lo que el cáncer se llevó. Es hora de la cirugía reparadora.
Y una que sabe lo que significa el busto para las mujeres, más allá de la superficialidad y las vanidades, una que sabe que lleva en el pecho el signo más característico de la propia identidad de género, entiende que recuperar lo perdido es también haber vencido. Es haber dejado atrás la batalla por la vida y festejarlo de este lado, que no es poca cosa.
No es lo mismo entrar a hacerse una estética porque te lo pidió Sofovich para encabezar en la calle Corrientes que ir a recostarse bajo las luces del quirófano después de haber pasado por una mastectomía. A una la impulsa la proyección de futuro, mientras que a otra la acompaña la experiencia de haber superado el dolor y el miedo. Para pasar por una cirugía reconstructiva, es preciso que algo haya sido destruido anteriormente.
Por eso creo que la diferencia entre ganar o perder es - como dice Fito - sólo una cuestión de actitud. Alguien podrá pensar que lo que se destruye en estos casos es un pecho, la feminidad, la psiquis, el espíritu... pero para mí, ese "algo" es únicamente el cáncer.
Eso también me lo enseñó mi mamá.